La hormiguita pensaba:
- “Si llego al hormiguero antes que termine el día, deberé salir nuevamente, dejando mi carga para que otras la acarreen más adentro, buscaré otra brizna o tendré que levantar las hojas que otras hormigas cortan de los árboles, o tendré que ir más lejos para buscar, levantar y volver con mi carga, o tendré que trepar a una planta, cortar brote y cargarlos hasta que llegue la noche… si llueve, tendré que salir a buscar ramitas para armar diques antes de que caigan las primeras gotas. ¡Ah, y si refresca! Deberé salir a buscar alimentos para almacenar hasta que mejore el tiempo… Hummm, pensó la hormiguita y siguió avanzando detrás de la larga hilera.
- “¡Qué suerte tengo!, mis patitas están limpias, no tengo que levantar barro para construir sola mi casita. Todas trabajamos haciendo galerías y pequeñas habitaciones donde vivir, pero… el hornero puede volar y eso le permite mayor comodidad en cada viaje, no como yo… Tengo que caminar largos trayectos, kilómetros por día con mis seis patitas… Hummm” – pensó la hormiguita y siguió caminado.
Pasó un rato y se cruzó con una abeja que llevaba sus patas cargadas de polen y volaba posándose de flor en flor.
- “¡Qué suerte que tiene la abeja! Lo único que hace es volar entre lindas flores, ¡Jah! Qué trabajo tan difícil..., tiene seis patitas como yo y encima, alas, como el hornero. ¡Qué vida fácil! Aunque pensándolo bien, debe ser duro llevar la carga en las patitas, escoger las flores que convienen, posarse apenas un rato y seguir. Mi carga la llevo de una manera cómoda, indudablemente me canso menos y además, tanto aroma embriagador de las flores… debe ser realmente molesto… Hummm” pensó la hormiga y siguió su camino.
- “¡Ah! Eso sí que es vida; tiene seis patas, alas coloridas y hermosas, anda feliz volando… eso sí que es vida” reflexionó la hormiga y, dejando su carga le dijo a la mariposa:
- ¿No quieres cambiar tu trabajo por el mío?
La mariposa respondió:
- “Te contaré algo, mi aspecto tiene que ver con el arduo esfuerzo de mi trabajo; para desplegar mis alas, tuve que quedarme al Sol un buen rato rogando para que ninguna rana o pájaro se diera cuenta de mi indefensa presencia y, antes de llegar a ser lo que ves, era una oruga que pocos miraban, o que si encontraban, apartaban asqueados su mirada por mi fisonomía, créelo, ¡mi aspecto era tan poco agraciado!
Esto último casi no lo escuchó la hormiguita, porque la mariposa se alejaba volando majestuosamente por la fronda.
La hormiguita sólo dijo ¡Hummm!, recogió su carga y apresuró el paso para alcanzar a sus compañeras, mientras seguía repitiendo ¡Hummm! ¡Hummm! a cada paso cuando divisó un elefante y cansada de su tarea se quedó mirando cómo caminaba tranquilo por la pradera, aunque sólo tuviera cuatro patas. Tampoco le costó romper una rama de un árbol y cargarla con su larga trompa.
La hormiguita le preguntó:
- “¿No tienes un trabajo para mí? He visto al Hornero pero su trabajo es muy sucio, la abeja lleva su carga en las patitas ¡Debe ser muy molesto! Y la mariposa cambió tantas veces de apariencia y de trabajo… en cambio tu llevas la carga con tanta facilidad…
El elefante se paró un momento y la miró con pesar mientras le preguntaba:
- ¿Puedes tú hacer tu propio trabajo?
- ¡Por supuesto! – respondió la hormiguita – pero a veces estoy tan cansada que siento que este trabajo me supera, quisiera hacer algo que no me canse tanto…
- Tu haces el trabajo para el cual te ha dotado la naturaleza. Lo que a ti te parece que para mí es fácil es proporcionalmente igual que aquel que tu realizas, pero con una diferencia: Yo hago lo que puedo, sin fijarme en lo que hacen los otros, ni que su tarea es más o menos ardua que la mía. A veces hago mucho más de lo que crees ver desde tu lugar. Un ladrillo no hace una casa, pero, una casa a la que le falta un ladrillo puede terminar por derrumbarse. No pretendas hacer lo que no puedes porque siempre te hará infeliz, mucho más infeliz que aquella labor para la cual estás preparada y está al alcance de lo que tu naturaleza te ha concedido, y te hace sentir completo.”
Y el elefante se alejó, con su rama, pensando que todos los seres vivos aportan su trabajo para que el mundo funcione, aunque no todos hacen lo que desean y muchos se sienten frustrados cuando codician el lugar o la labor que otros desarrollan por su propia capacidad.
Ingrid A. Llanos (que comparte mi película de lunes a sábados, sentada a mi izquierda, y recordándome que Louise Hay existe... GRACIAS INGRID POR LA OREJA Y EL REGAAAAAAALOO!!!) Si bien supongo que va a leer los destellos que le dejen en New-Moni, abajo está la dirección de mail de Ingrid, por si alguno quiere dejarle sus comentarios allí...
correoparaingrid@yahoo.com