Cierta vez me crucé con una nuez. Estaba en un canasto repleto de otras iguales. Sin embargo, decidí tomarla. La miré. Me pareció interesante. La tomé por dos o tres segundos y la volví a depositar.
Continué recorriendo otros frutos, pero algo me hizo volver a la anterior. Estaba en el mismo lugar donde la habían dejado mis dedos un minuto atrás. Nuevamente la levanté y la observé. La sacudí con liviandad y me gustó su sonido. Pensé en llevarme 100 o 200 gramos, tal vez un cuarto, pero no; sólo llevé una nuez. Esa nuez.
Ya en mi casa, con más tiempo, la volví a contemplar. Escuché su sonido por las noches, al agitarla surgían suaves melodías del pasado que curiosamente me remitían al presente y lo llenaban de una magia particular.
Mi nuez estuvo allí, virgen de consumirse, por cuatro días. Varias veces escuché el sonido seco, opaco, lejano, hermético de otros frutos, pero no los consumí.
Será el hambre, la curiosidad, la textura, no lo sé. Lo cierto es que mi nuez estaba allí, atravesando mis madrugadas con un magnetismo especial que ningún fruto del mercado me había provocado.
Aquella madrugada la tomé. La recorrí con mis dedos, la acerqué a mi oído y me invitó a abrirla. Suavemente intenté separar su cáscara áspera, dura, rígida, impávida. Aunque al principio se mostraba inaccesible, pude abrir un espacio entre ese escudo imperturbable, cosa que le pareció peligrosa y le causó cierto temor. Los años la habían endurecido más de lo normal y se dijo a sí misma (se juró) que nunca dejaría que nadie la abriese.
Yo pude ver en ella lo apetecible de su fruto, la dulzura que escondía, lo grato de su sabor, y no la aspereza y la opacidad que mostraba.
Lentamente me invitó a disfrutarla, sutilmente fue seduciéndome con una cadencia similar al canto de sirenas, recordándome que lo esencial es invisible a los ojos. Hasta que llegó esa noche.
Al abrirla por completo me encontré con ese fruto apetecible, de sabor agradable y aroma intenso (cercano a una publicidad televisiva). Por cinco horas estuve comiendo de una sola nuez, lo hice muy despacio, muy despacio, muy despacio. En mi boca su sabor fue dulce. En algún punto me sentí familiarizado con su esencia. Esa madrugada terminé mi nuez y me dormí.
A la mañana siguiente extrañé su sonido. Ya no volvería a escucharla. Su cáscara había sido abierta. Lo único que quedó de ella fue eso: sólo cáscara y restos aislados.
Extrañé su voz, su misterio. Al pasar los días comprendí que en realidad ese fruto había sido amargo en mi estómago, tanto o más como dulce había sido en mi boca y en mis oídos. Entendí que su amargura podría ser fruto de un pasado injusto, aunque no lo sé con certeza. De algo estaba seguro, no dejaría que su elixir me hiciera daño. En absoluto.
Días más tarde, regresé al mercado. Al pasar por el canasto de nueces decidí seguir de largo.
ALE LAVALLE
9 comentarios:
Que chulo!! gracias por compartirlo...Moni.
Bikos fuertes!!
Realmente bonito
un saludo desde la senda
abrazos
¡Excelente!
Una gozada de relato de principio a final.
Besos releyendo y deleitándose ;)
Oda a la nuez...me ha parecido súper original!!! Bravo!
A todos:
Gracias por estar aquí, leyendo, compartiendo este cuento que me gusta tanto.
Quiero aclarar que no lo he escrito yo, que pertenece al corazón, alma y mente de Ale Lavalle (Ex cactus, ahora rosa, jiji)
Ale... Todo lo anteriormente dicho es para ud... Disfrútelo, abra los brazos y reciba el cariño que se merece...
Besos a todos!
No puedo decír más! ¡EXCELENTE!
Muy original;si debo ser franco imaginé el instante final,dejando la cáscara como un cuerpo ya inútil,tus dedos rozando la textura y subiendo hasta la boca;y un sabor infinito llenándote de magia,de luz,de dulces sensaciones.
Me encantó realmente. Bellas palabras, preciosa historia. Incluso en algunas partes deja ver que detrás de una aperiencia muy dura se puede esconder algo maravilloso que puede deleitarte y llenarte de placer...
Que rico haber regresado y encontrar que tu blog sigue tan hermoso como siempre... Da gusto leerte siempre...
Besos azulados y cargaditos de ánimo, alegría y ternura...
Y yoooooo te digo... que Soy Tu Espejoooooo!!!
In Lakesh (Yo soy otro tú, tú eres otro YO)...
Gracias Silvia María Poeta (Nahir) por ser un ANGEL HUMANO y estar ahí!!!
Te quiero Mucho!!!
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